Cuerpo de luz 7 – Los elementos se vuelven luminosos

Cuerpo arcoíris. Imagen cortesía del autor

De vuelta a la pureza

Dentro de la gran empresa de la creación del Cuerpo de Luz hay un gran misterio que rara vez se aborda: ¿cuál es la relación entre los Cinco Elementos y la transformación de una forma física en una de resplandor de gasa? Purificamos los elementos mediante la práctica de la visualización, el sonido mántrico, la concentración en áreas del cuerpo, la manipulación de flujos de energía y posturas yóguicas. Trabajamos con los chakras, círculos, letras y sonidos dentro de ellos, transmitimos energía a través de una vasta red de canales de energía: los nadís o tsa. Pero, ¿cómo se traduce esto en el tipo de cambio que buscamos, de lo material a lo no sustancial? De hecho, toda esta actividad de purificación tiene un propósito y un objetivo final distinto de la pureza por sí sola. Es parte del proceso verdaderamente mágico de cómo la carne se vuelve espiritual.

La esencia de esa magia puede resultar sorprendente, ya que es la fusión de los Cinco Elementos, la unión de billones de “átomos” de la Tierra, el Agua, el Fuego, el Aire y el Espacio, en algo completamente distinto, algo que podríamos llamar "átomos ligeros". Ésta es la razón fundamental por la que se necesitan esos años y décadas de purificación. Sin esta preparación, los Cinco Elementos impuros simplemente no pueden unirse. Piense en un grupo de bolas de acero magnéticas de colores que necesitan unirse, pero sus superficies están demasiado sucias, recubiertas con algún tipo de mugre, alguna capa de plástico. Sus cargas magnéticas no pueden atravesar esta capa inútil. Ese tipo de relleno representa nuestro karma acumulado, nuestros patrones de distorsión biológica, psicológica y especialmente espiritual. Una vez que se elimina esta cáscara, lo extraordinario se vuelve posible.

Hornear los elementos

Pero aquí también hay una salsa secreta: otro ingrediente necesario para la transformación alquímica de cinco en uno. Ya estamos familiarizados por artículos anteriores de esta columna, o por nuestros propios estudios, con el catalizador necesario para la gestación del Cuerpo de Luz. Cuando la polaridad masculina blanca, la semilla paterna que reside en la cabeza, se encuentra con la semilla materna femenina roja que reposa en el vientre, se crea una fragua cósmica. Al incorporar los vientos inferiores y el fuego pélvico o digestivo, encendemos un fuego que puede cocinar y congelar toda la mezcla elemental. Este proceso alquímico es el tumo de los budistas tibetanos, el kundalini de los hindúes, el neidan de los taoístas, el matrimonio sagrado del cristianismo místico y todo el proceso de los alquimistas medievales. Este resultado final, el átomo de luz unificado, puede ser análogo, o incluso idéntico, al pentaquark recientemente descubierto: cinco quarks unidos por alguna matriz desconocida, un vehículo aparentemente perfecto para la conciencia no corpórea.


Diagrama de chakras de un antiguo manuscrito hindú. Imagen cortesía del autor

Si bien aún no se comprende la física exacta de esta forma, lo que sí sabemos es que coexiste con la forma física. Alcanzar un Cuerpo de Luz funcional no reemplaza ni desplaza de alguna manera la forma física. Pero en la muerte, cuando el organismo formado por proteínas, fluidos, grasas, almidones y minerales se vuelve materia inerte y ya no es vehículo para la vida, estalla el llamado Cuerpo de Luz o Cuerpo Arco Iris. A veces, seres tan afortunados se disuelven en luz pura, lo que demuestra que la forma física era una mera representación holográfica: una luz que simulaba materia sólida. En otras ocasiones, la forma humana se reduce al tamaño de un niño pequeño, mientras el porcentaje existente de luminosidad pura de cinco elementos se fusiona e impregna el espacio abierto. Y en otras ocasiones, es sólo cuando el cuerpo es incinerado que los signos de un evento transformador importante se propagan por todo el tejido de la realidad, de modo que múltiples arco iris impregnan un cielo despejado y otras manifestaciones.

Viviendo y muriendo en la luz

Podemos ver que el proceso de morir y el del nacimiento del Cuerpo de Luz son, en muchos sentidos, opuestos. Las enseñanzas del Vajrayana nos dicen que al morir los elementos se disuelven unos en otros, uno por uno, en etapas. La Tierra se funde con el Agua. El agua se disuelve en fuego y el fuego en aire. El aire se mueve hacia el espacio y finalmente se fusiona con la conciencia misma. Por supuesto, existen experiencias internas y externas simultáneas para el individuo que está atravesando el proceso de muerte. Pero se trata de la salida de las fuerzas elementales vivificantes del caparazón elemental; la ruptura de la notable fusión de los elementos y subelementos en un vehículo de vida.

Para el Cuerpo de Luz, el proceso es inverso. Ahora se combinan, fusionan, fusionan, en lugar de disolverse o disiparse. El todo se vuelve mucho mayor que la suma de sus partes. Esto se refleja en la unión del espermatozoide y el óvulo en la creación elemental de la forma humana. La ciencia entiende algo sobre el ADN, que dicta la producción de proteínas, pero no tiene idea de cómo se produce la forma de un ser humano. De la misma manera, no se comprende qué fuerza mantiene unido al pentada quark. Podemos especular que se trata del famoso “sexto buda” (o sexto elemento de ciertas tradiciones como Shingon y ciertos linajes Shaivitas), que no es otro que la conciencia misma. Esto connota un diseño inteligente y significativo, una verdadera unión de sabiduría (conciencia) y medios hábiles (los Cinco Elementos) que es la base del camino Vajrayana.

De vuelta al mandala

Ahora el conocido mandala de los Cinco Elementos, central en todo el budismo tibetano y el tantra hindú, adquiere un significado completamente nuevo y adicional. De hecho, no es sólo una representación de la composición del mundo, del cuerpo y de la mente. También es una imagen de un átomo de luz, el producto final de la extraordinaria transformación que es nuestro potencial, nuestro derecho de nacimiento. Los dibujos detallados y las construcciones tridimensionales de mandalas brindan una comprensión aún más profunda de cómo podría verse la partícula del Cuerpo Arcoíris, simbólicamente y en términos de una biofísica aún desconocida.

En el próximo artículo abordaremos la enredada y tortuosa historia de los chakras como conocimiento necesario para la creación del Cuerpo Arcoíris, y la extraña ficción que impregna el concepto occidental de los centros de energía yóguicos.

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